domingo, 21 de noviembre de 2010

Enrique Lihn, la voz ajena

Chile 1929-1988




Hay Sólo Dos Países

Hay sólo dos países: el de los sanos y el de los enfermos
por un tiempo se puede gozar de doble nacionalidad
pero, a la larga, eso no tiene sentido
Duele separarse, poco a poco, de los sanos a quienes
seguiremos unidos, hasta la muerte
separadamente unidos
Con los enfermos cabe una creciente complicidad
que en nada se parece a la amistad o el amor
(esas mitologías que dan sus últimos frutos a unos pasos del hacha)
Empezamos a enviar y recibir mensajes de nuestros verdaderos
conciudadanos
una palabra de aliento
un folleto sobre el cáncer


Hipermanhattan22

Escrita para otros
la ciudad con sus mendigos imperiosos
y yo el analfabeto
(los hados me caparon del inglés al nacer)
por la Quinta Avenida, este río del viento
filudo de Manhattan
soy un puñado de palabras lectoras
una hoja que lee su paisaje de letras
arrastrada del viento, el azaroso.
Si el paraíso terrenal fuera así
igualmente ilegible
el infierno sería preferible
al ruidoso país que nunca rompe
su silencio, en Babel.


En el río del subway

Nunca se ve la misma cara dos veces
en el río del subway.
Millones de rostros planctónicos que se hunden en el centelleo de
la oscuridad
o cristalizan al contacto de la luz fría
de la publicidad
a un extremo y otro de lo desconocido.


Nada que ver en la mirada

Un mundo de voyeurs sabe que la mirada
es sólo un escenario
donde el espectador se mira en sus fantasmas.
Un mundo de voyeurs no mira lo que ve,
sabe que la mirada no es profunda
y se cuida muy bien de fijarla o clavarla.
Entre desconocidos aquí nadie mira a nadie.
No miro a la Gioconda
ni a Einstein en el subway.
En eso de mirar hay un peligro inútil.
Fuera de que no hay nada que ver en la mirada.


T.V.

Como los primitivos junto al fuego el rebaño se arremansa atomizado
en la noche de las cincuenta estrellas, junto a la televisión en colores.
De esa llama sólo se salvan los cuerpos.
En cada hogar una familia a medio elaborar clava sus ojos de vidrio
en el pequeño horno crematorio donde se abrasan los sueños.
La antiséptica caja de Pandora
de la que brotan ofrecidos a la extinción del deseo
meros objetos de consumo
en lugar de signos, marcas de fábrica,
hombres y mujeres reducidos por el showman a su primera infancia,
ancianas investidas de indignidad infantil
juegan en la pantalla que destaca sus expresiones inestables
como las de las cosas en el momento de arder.


Nunca salí del horroroso Chile

Nunca salí del horroroso Chile
mis viajes, que no son imaginarios
tardíos, sí -momentos de un momento-
no me desarraigaron del eriazo
remoto y presuntuoso
Nunca salí del habla que el Liceo Alemán
me infligió en sus dos patios como en un regimiento
mordiendo con ella el polvo de un exilio imposible
Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor:
el miedo de perder con la lengua materna
toda la realidad. Nunca salí de nada.


Europeos
-fragmento-

Esa gente cree que somos transparentes
y para su tormento lejanamente salvajes
orientan hacia nosotros sus pequeñas narices despectivas
en las que brilla algo así como el sentido de una culpa
ante sus propios excesos de curiosidad intelectual
sudan pero lo hacen por tropicalizarse
bajo ese sol un huevo recocido
y se muestran espléndidas aunque se trate de exhibir
sus propias vísceras en la célebre mesa de
operaciones
cosa que hacen con una técnica envidiable […]

Esa gente esa dama francesa esas narices como
antenas de dama y estiletes o radares
instrumentos de una extraordinaria precisión pero
condenados por ahora al juego al ocio a la
indagación,
hablo de ella que muy bien alimentada,
apetecible como un jamón crudo de ojos azules
me confió en momento de cordialidad que Europa
estaba muerta
Todos estamos muertos -repetía- aunque sus
grandes piernas gritaran lo contrario
y su nariz aleteara extasiada de trópico […]

Le dije a la Francia Eterna que no se diera por muerta
A la luz de las nuevas conquistas del marxismo
sus propios hijos, especialistas de fama internacional
etcétera, y tú -me dijo- qué me aconsejas
Bueno -le dije yo- usted lo sabe muy bien
el Tercer Mundo necesita de una publicidad adecuada
y en eso porqué no eres más modesta y te decides
a aportar tu granito de arena […]

Saben tanto de nosotros como nosotros de ellos
pero aman la libertad y recuerdan la barbarie


Pies que dejé en París

Pies que dejé en París a fuerza de vagar
religiosamente por esas calles sombrías.
La ciudad me decía no eres nada
a cada vuelta de sus diez mil esquinas,
y yo: eres bella, a media lengua, hundiéndome
otro poco en el polvo deletéreo:
nieve a manera de retribución,
y en la boca un sabor a papas fritas.


Anciana de París

Anciana de París que cierras al atardecer tu ventana inimaginable,
ten piedad de mi amor por esta ciudad que, como tú, no me reconoce.


Los pesados dioses...

Los pesados dioses toman palco en las nubes.
La tristeza de no poseer este idioma.
La alegría que sienten las palabras al coincidir con su lengua,
ese despliegue de la voz como la cola de un pavo real
después de extrañar todas sus plumas.

...

1 comentario:

  1. Fantástico. La agudeza e irreverencia de Lihn no tuvo parangón, por eso quizá en esta sociedad chilena de tan doble standar no fue reconocido en su totalidad. recién después de su fallecimiento los jóvenes an tomado interés. Gracias Annita por recordármelo. :)

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