viernes, 30 de julio de 2010

Apunte para un viejo amigo, nota de suicidio de Ryunosuke Akutagawa (Tokio 1892 - Ibídem11927)








"Probablemente nadie que intente el suicidio, como Reigner muestra en uno de sus cuentos, tiene clara conciencia de todos sus motivos. Los cuales generalmente son muy complejos. Por lo menos en mi caso está impulsado por una vaga sensación de ansiedad, una vaga sensación de ansiedad sobre mi propio futuro.

Aproximadamente en los últimos dos años, he pensado solo en la muerte, y con especial interés he leido un relato que trata sobre este proceso. Mientras el autor se refiere a ésto en términos abstractos, yo seré lo mas concreto que pueda, incluso hasta el punto de sonar inhumano. En este punto yo estoy moralmente obligado a ser honesto. En cuanto al vago sentido de ansiedad respecto de mi futuro, creo que lo he analizado por completo en mi relato, "La vida de un loco", excepto por el factor social, llamemoslo la sombra del feudalismo, proyectada sobre mi vida. Esto lo omití a propósito, al no tener la certeza de poder clarificar realmente el contexto social en el cual viví.

Una vez tomada la decisión de suicidarme (yo no lo veo en la forma en que lo ven los occidentales, es decir como un pecado) me resolví por la forma menos dolorosa de llevarlo a cabo. Excluí, por razones prácticas y estéticas, la posibilidad de ahorcarme, dispararme un tiro, saltar al vacio u otras formas de suicidio. El uso de drogas me pareció el camino mas satisfactorio. Y por el lugar, tendría que ser mi propia casa, cualquiera sean los inconvenientes para mi familia. Como una suerte de trampolín, al igual que Kleist y Racine, pensé en la compania de una amante o un amigo, pero habiendo elevado la autoconfianza, decidí seguir adelante solo. Y la última cosa a considerar, fue asegurarme una perfecta ejecución, sin el conocimiento de mi familia. Después de unos meses de preparación me convencí de la posibilidad de realizarlo.

Nosotros los humanos, siendo animales humanos, tenemos un miedo animal a la muerte, la así llamada vitalidad no es otra cosa que fuerza animal. Yo mismo soy uno de esos animales humanos. Mi sistema parece gradualmente haberse liberado de esa fuerza animal, teniendo en cuenta el poco interés que me queda por el alimento y las mujeres. El mundo en el que estoy ahora es uno de enfermedades nerviosas, lúcido y frío. La muerte voluntaria debe darnos paz, si no felicidad. Ahora que estoy listo, encuentro la naturaleza mas hermosa que nunca, paradójico como suene. Yo he visto, amado, entendido mas que otros, en ésto tengo cierto grado de satisfacción, a pesar de todo el dolor que hasta aquí he soportado.

P.S: Leyendo la vida de Empédocles, me dí cuenta de cuán antiguo es el deseo de uno de convertirse en Dios. Esta carta, en cuanto a mi concierne, no intenta esto. Por el contrario, yo me considero uno de los hombres mas comunes. Vos debés recordar esos días, veinte años atrás, cuando discutimos "Empédocles sobre el Etna" bajo los árboles de tilo. En esos tiempos yo era uno de los que deseaba convertirse en Dios."



En 1926, aquejado de una grave enfermedad por la cual padecía crisis nerviosas, alucinaciones visuales y angustia, Akutagawa se suicidó ingiriendo veronal a la edad de 35 años. Antes de morir dijo: ぼんやりとした不安 (Bonyaritoshita fuan), que significa "sombrío desasosiego".

Veronal, también conocido como medinal, barbital y  barbiturato dietílico, entre otros, es el nombre comercial del primer sedativo y somnífero del grupo de los barbitúricos. Su distribución se inició a principios del siglo XX. El veronal tiene propiedades hipnóticas y su elevada semivida en el cuerpo supera las 100 h, como consecuencia, ralentiza casi todas las funciones del cuerpo durante varios días. Su nombre se le atribuye al médico Joseph von Mering, uno de sus médicos descubridores, quien tomó una dosis del medicamento en un tren y se despertó al llegar a la ciudad de Verona, en Italia.

Ryunosuke Akutagawa dejó un importante legado de obra narrativa y ensayo. En 1935, su amigo de toda la vida, Kikuchi Kan, estableció el premio literario de mayor prestigio en Japón en su honor, el Premio Akutagawa.





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