viernes, 4 de marzo de 2011

Mary Oliver

Estados Unidos 1935




Gansos Salvajes

No tienes que ser buena.
No tienes que recorrer el desierto de rodillas, arrepintiéndote.
Sólo tienes que dejar que el suave animal de tu cuerpo ame lo que ama.
Háblame del dolor, del tuyo, yo te hablaré del mío.
Mientras tanto, el mundo sigue.
Mientras tanto, el sol y las claras piedrecitas de la lluvia
avanzan por los paisajes,
sobre prados y árboles frondosos, las montañas y los ríos.
Mientras tanto, los gansos salvajes, allá arriba, en el cielo azul y limpio,
emprenden rumbo de vuelta a casa.
Seas quien seas, te sientas lo sola que te sientas,
el mundo está ahí para tu imaginación,
llamándote, como los gansos salvajes, rudamente, emocionante:
anunciándote una y otra vez tu lugar
en el mundo de todo lo que existe.


Día de Verano

¿Quién creó el mundo?
¿Quién dio forma al cisne, al oso negro?
¿Quién hizo a la cigarra?
Me refiero a esta cigarra,
la que se lanzó fuera del pasto,
la que ahora come azúcar de mi mano,
la que mueve las fauces abiertas de atrás para adelante y no de arriba abajo,
la que mira a su alrededor con enormes ojos complicados.
Ahora levanta sus brazos pálidos y lava su rostro con cuidado.
Ahora de pronto abre sus alas y se va flotando.
Yo no sé con certeza lo que es una oración.
Sin embargo sé prestar atención
y sé cómo caer sobre la hierba,
cómo arrodillarme en la hierba,
cómo ser bendita y perezosa,
cómo andar por el campo,
que es lo que he hecho todo el día de hoy.
Dime, ¿qué más debí haber hecho?
¿No es verdad que todo al final se muere… y tan pronto?
Dime, ¿qué planeas hacer con tu vida
preciosa, salvaje, única?


Amanecer

Puedes
morir por ello:
una idea,
o el mundo. La gente

lo ha hecho,
brillantemente,
dejando
que sus pequeños cuerpos

sean llevados a la hoguera
creando
una inolvidable
furia de luz. Pero

esta mañana,
cuando subía la colina de siempre
en la cotidiana
tela de la madrugada, pensé

en China,
en la India
y en Europa, y pensé
en cómo el sol

resplandece
para todos
tan gozosamente
alzándose

bajo las pestañas
de mis mismos ojos, y pensé
¿Acaso soy tantos?
¿Cuál es mi nombre?

¿Cuál es el nombre
de la inspiración profunda
que haré una y otra vez
en nombre de todos? Llámalo

como quieras, es
felicidad, es otra
de las maneras de entrar
en el fuego.


Cuando llega la muerte

Cuando llega la muerte
como el hambriento oso de otoño;
cuando llega la muerte y toma
sus brillantes monedas de su monedero

para comprarme, y lo cierra;
Cuando llega la muerte
como el sarampión

cuando llega la muerte
como un iceberg entre los omóplatos.

Quiero atravesar el umbral lleno de curiosidad,
preguntándome:
¿qué aspecto tendrá esta morada oscura?

Y por eso lo observo todo
como una fraternidad y hermandad,
y miro sobre el tiempo como no más que una idea,
y considero la eternidad como otra posibilidad.

Considero cada vida como una flor, tan común
como un campo de margaritas y a la vez singular,

y cada nombre una música confortable en la boca,
tendiendo, como toda música hace, hacia el silencio.

y cada cuerpo, el coraje de un león, y algo
precioso para la tierra.

Cuando acabe, quiero decir:
Toda mi vida fui una novia desposada con el asombro.
Fui el novio, que tomó el mundo en sus manos.

Cuando acabe, no deseo preguntarme
si he hecho de mi vida algo particular, y verdadero.

No quiero encontrarme a mí misma suspirando y asustada,
o llena de argumentos.

No quiero acabar simplemente habiendo visitado este mundo.


El Viaje

El día llegó en que supiste,
finalmente, lo que tenías que hacer.
Y diste el primer paso,
aunque las voces a tu alrededor
no dejaban de gritar
sus malos consejos, aunque
tu casa toda comenzó a temblar.
Y sentiste el antiguo tirón
en los tobillos.«¡Remienda mi vida!»,
gritaba cada una de las voces.
Pero no te detuviste.
Sabías lo que tenías que hacer,
aunque el viento hurgara
con sus tiesos dedos
las mismas fundaciones,
aunque su melancolía
fuese tan terrible.
Ya era bastante
tarde, y era una noche salvaje,
y el camino estaba lleno
de ramas caídas y de abrojos.
Pero poco a poco,
mientras dejabas atrás las voces,
las estrellas comenzaron a arder
a través del manto de nubes,
y había una nueva voz
que lentamente
reconocías como propia,
una voz que te acompañaba
mientras caminabas más y más profundo
al interior del mundo,
determinada a hacer
la única cosa que podías hacer,
determinada a salvar
la única vida que podías salvar.


en
Zoopat
El mundo incompleto

...

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