martes, 14 de mayo de 2013

La mirada transgresora y feminista de Lucía Pizzani

por Grisel Arveláez


En Blanco Series, 2007





El cuerpo sexuado femenino, la fragmentación del cuerpo en la posmodernidad, el cuerpo social. Los contextos, los referentes históricos, la cultura de masas. Todos ellos son elementos que confluyen en la obra plástica de Lucía Pizzani para entablar relaciones histórico-críticas y de género. Esta joven artista venezolana, residente en Londres, no se desprende por completo del escenario cultural de nuestro país. Muestra de ello fue su participación este año en el XII Premio Eugenio Mendoza, del cual resultó ganadora. En el marco de este evento tuvimos una conversación que se convirtió en una amena charla, tan interesante como su obra.

Como artista no pretende elaborar juicios de valor acerca de las sociedades que explora sino hacer “comentarios”. Comentarios que, sin embargo, son reflexivos, catárticos y, que desde su lenguaje poético, van al grano. Pizzani concibe su propuesta artística desde una mirada feminista más que femenina pues reconoce su participación activa en lo político y social. Su estética nace de una perspectiva personal que, conforme va tomando forma, se inserta con mayor tesón en discursos sociales. Al representar las problemáticas del cuerpo fragmentado y sus entornos, le interesa el cuerpo discernido desde lo posmoderno: “el individuo nunca alcanza la unidad perfecta, o sea todo lo que nos rodea nos ha hecho individuos fragmentados”. Lucía Pizzani es hija de Nella Ochoa y Jorge Pizzani, dos artistas venezolanos consagrados, y cuenta con una formación académica rigurosa y amplia en artes y comunicación cursada en Venezuela, Estados Unidos e Inglaterra con miras a seguir ampliándose.


 




  Galería Fernando Zubillaga Caracas, 2012
—Siendo hija de artistas reconocidos y por tu amplia formación, cuéntanos de tus influencias y cómo obtienes esa individualidad que, sin duda, logras.
—Las influencias que pudiera tener de mis padres son las que pueda tener cualquier otro artista de su entorno. Mi contexto fue ese, por lo tanto de él me nutrí. De ahí tomo cosas como la danza contemporánea y la expresión corporal que hice cuando participaba, muy pequeña, en los video-artes y performances de mi mamá. De mi padre pudiera tener una influencia más relacionada con la estética y la plástica. Sin embargo, no hay algo que nos una directamente como artistas porque la pintura no es mi medio expresivo ni el dibujo. Sin embargo, muchas de mis obras tienen estrategias que, de alguna manera, se refieren al dibujo: los monotipos de La desconocida del Sena y otras Ofelias, al verlos en papel, pareciera que fueron hecho en dibujos, pero en realidad partieron de un molde que imprimo y luego lo trabajo con agua. El agua es lo que hace el dibujo. Como estamos hablando de una Ofelia, de una joven ahogada, la idea era que el rostro se sumergiera y desapareciera. Entonces, claro que hay influencia de mis padres porque ese fue mi entorno, mi contexto. En cuanto a la individualidad, como tengo casi más de 10 años viviendo afuera, he tenido la separación y el espacio suficientes de crear sin sentir que estoy a la sombra de ellos.



Piñata teta-culo


—¿Cómo concibes lo femenino en tu arte? ¿Te consideras una artista transgresora?
—La verdad es que en algunas de las obras hay más transgresión que en otras. Justamente el año pasado estuve en una exposición colectiva en Inglaterra que se llamó Transgressions. Allí presenté Inmaculada, una silueta de la Inmaculada Concepción recortada en acrílico negro, un material reflectante, cortada a mi tamaño, a 1.60 mts. Entonces, al verla, se puede percibir como si fuera un hueco en la pared, una especie de portal, o una vagina. Podías ver todo eso, pero en realidad es una virgen. En piezas así es más frontal la transgresión. Lo femenino siempre ha estado en mi obra desde que empecé a trabajar con el cuerpo, porque nací mujer. Sin embargo, de femenino pasó a ser más feminista porque tomé una posición un poco más política y social, tocando temas como el cuerpo de la mujer. Por ejemplo, en Piñata teta-culo comento que pareciera que las mujeres quisieran tener dos traseros, uno adelante y otro atrás, para llenar ciertas expectativas que se crean en un sociedad donde toda su imaginería y, lo que produce, hace que uno tenga que llenar esta cuota: que las mujeres se operen y se sometan a estos procedimientos quirúrgicos por llenar un prototipo. Es algo personal y pueden haber razones fuertes, de verdad no me quiero meter en el terreno de lo personal, pero si exponerlo como fenómeno social.

En cuanto a la noción de cuerpo social, ¿cuáles ideas tejidas por la sociedad te interesa reflejar?
—La noción del cuerpo parte de inquietudes personales porque vienen de mí, pero intento buscar temas o cosas que estén sucediendo en la sociedad. Por lo tanto, el cuerpo se vuelve social. En la Ofelia llevo un tema que puede ser totalmente individual, que parte de la fragilidad muy personal, y lo traslado al terreno de lo social cuando tomo cuatro casos, de cuatro mujeres, en cuatro ciudades diferentes. Trato de compartir y traer al tapete sus vidas: qué paso, por qué, cómo llegaron ahí. El referente histórico está presente en mis últimas propuestas. Como en Orchid, ese momento en el que las mujeres pelearon por el voto. Esta exposición empezaba ahí y terminaba en la colección de orquídeas de una mujer venezolana, Anala Planchart. Entonces planteaba un círculo a nivel geográfico porque empezaba en Londres y terminaba en Caracas, pero también ese círculo era histórico que iniciaba en la época victoriana en Londres y terminaba en la Caracas modernista. Me gusta hacer estos paralelismos históricos entre diferentes momentos.

 

De la Ofelia del Sena y otras desconocidas (2012-2013)


—Como ganadora del XII Premio Eugenio Mendoza te vas a España a seguir tus estudios de artes. ¿Qué sigue en la obra de Lucía Pizzani?
—Hangar es en septiembre. Por ahora tengo pensando trabajar una historia derivada de La desconocida del Sena, que se basa en una novela que escribió un británico con la desconocida del Sena como figura principal pero que, de alguna manera, cobra vida. Puede ser que este material venga para la individual en la Sala Mendoza en 2014, que es parte del premio. La idea es que lo que produzca en el Hangar venga para Caracas en 2014.



Retrovisor (2013) Detalle
Trozos de espejo sobre pared pintada de negro
Masquerade-Be Another (Máscara-Sé Otro)
 Stephen Lawrence Gallery London


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