domingo, 27 de junio de 2010

Remedios, la bella. Cien años de soledad (fragmento) Gabriel García Márquez






¿Te sientes mal?-le preguntó.


Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.

- Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor.

Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerines y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.

...

2 comentarios:

  1. Combinadas la hermosura de ese texto de García Márquez, con la imagen vaporosa de la mujer flotando entre nubes, no podía estar mejor soportado el fragmento que publicas, Anna. Cada acceso a tu blog, nos brinda espacios de disfrute.

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  2. Neo, pero que lindo, no me había percatado de tu presencia en esta entrada! Muchas gracias!

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